El Caso Alcásser es un enigma de
tales proporciones, que a medida que te adentras en su inmensa oscuridad para
investigarlo, acaba convirtiéndose en un experiencia profundamente
perturbadora. No apta para todos los públicos.
Un bucle maldito. Por eso es
recomendable darse periodos de tregua y reflexión.
Si echamos la vista atrás, a
aquel equipo de investigadores “paralelo” que se conformó gracias al empuje del
padre de una de las tres niñas asesinadas, podemos ponernos en su lugar
fácilmente.
Empatizar con ellos. Sentirlos
cercanos.
Imaginar el dolor inimaginable de
Fernando García. Un padre al que su hija le es arrebatada de esa manera tan cruel
y despiadada. Alguien que además obtiene una contestación judicial tan pobre y manifiestamente
incierta o incompleta.
También es fácil imaginárselos en
medio de aquella investigación subterránea, superpuesta a una investigación
oficial que no ofrecía respuestas a los grandes enigmas del caso.
Un grupo de investigadores, buscando
la verdad. En medio de dificultades, amenazas, y maniobras extrañas para
obligarlos a desistir en su actitud.
El episodio que narra uno de
ellos en el famoso documental de Netflix, cuando son perseguidos y acorralados
por una serie de vehículos con matrículas “dadas de baja”. Y sobre todo cuando llegan
a identificar a alguno de los personajes que participa en esta acción u
operativo “semiclandestino”. El mensaje subliminal parecía ser claro “dejar de
remover y de indagar en este caso”. Es como si se quisiera parar a los que
buscaban la verdad. Dejar todo como estaba. Es cuando menos muy llamativo.
La gran cantidad de información buena,
menos buena y falsa que recibieron y tuvieron que cribar. El trabajo de calle. Las innumerables pistas que siguieron. Las
entrevistas que realizaron a los principales testigos –la mayoría reacios a
hablar-. Los peligros siempre presentes. La desesperación por atar cabos, y
llegar a unos objetivos concretos. Las trampas en el camino para conseguir
acallarlos. ¿Estaban haciendo demasiado ruido? Las querellas que buscaban silenciar la justa
crítica a un trabajo en gran medida, mal hecho. Y con el silencio sólo se obtiene una cosa: el olvido.
En un caso criminal de la
magnitud del Caso Alcásser -paradigma de la brutalidad criminal sexual con
menores en toda Europa- no es de extrañar que millones de personas -de todo el mundo- se sigan interesando a día de hoy por este enigma. Por un lado las víctimas: tres adolescentes, casi unas niñas. Por otro
los autores: uno desaparecido, y otro condenado sin pruebas biológicas ni
testimonios.
Una madeja enmarañada y a la vez abierta a mil posibilidades, dónde es sumamente difícil encontrar información fiable, o
planteamientos e hipótesis “honestos” y "coherentes". Con
una base sólida.
Lo ideal para este caso, sería un grupo de profesionales retirados o con un poco de tiempo libre, que se encargaran
de revisar el caso “a fondo”. Estaríamos hablando de un grupo conformado, por
forenses, criminólogos, psicólogos criminales, agentes de homicidios, etc.
Incluso un grupo “internacional” con aportaciones de gente experimentada en
perfilación criminal, comportamiento criminal, procedente de otros países, dónde estas
técnicas se llevan utilizando muchos más años que aquí.
Gente no contaminada, gente sin
intereses ocultos, más allá de encontrar una solución a este enigma. Gente que
no responda a las órdenes de ningún político o jefe de unidad.
Incluso esas grandes plataformas
que producen documentales sobre el caso, y escogen caminar por el sendero más fácil
-el de la versión oficial-, podían “reabrir” el crimen, poniendo sobre la mesa
las muchísimas contradicciones e incoherencias que plantea el sumario del caso.
Para ello deberían revisitar los
grandes misterios que esconde esa geografía. El historial de casos sin resolver
de la zona –como hemos hecho en este blog-. Un ejercicio que sin duda,
aportaría mucha luz, y otro enfoque más amplio del suceso. A nosotros al menos,
nos ha servido para ampliar mucho el espectro de posibilidades que teníamos respecto a este crimen, circunscrito casi siempre una serie de personajes
que pululan por el “sumario”.
No será la primera vez ni la
última, que un buen documental de investigación –algo distinto a una
reconstrucción del relato oficial de los hechos- pone en jaque mate a los
instructores de una causa concreta. La propia plataforma tiene muchos documentales
sobre casos reales que podrían servir como ejemplos.
En el fondo lo que se trata, es
de arrojar luz sobre tres cuestiones:
-Los culpables oficiales, dos
delincuentes comunes, sin ningún tipo de antecedente sexual, fueron los autores
materiales del crimen sádico-sexual-grupal más atroz de los últimos decenios. (Esto parece probado para la oficialidad).
-no cometieron el crimen pero
pudieron intervenir en alguna fase logística o intermedia.
-la autoría del crimen responde a
otro perfil criminal y sus autores no han sido ni investigados ni detectados.
Estas dos últimas opciones parecen aglutinar la opinión de la mayoría de la ciudadanía, o de aquellos que se han molestado en adentrarse en el caso con un poco de detalle. Lo lógico, sería que la "oficialidad" pensara que posiblemente "algunas cosas" -bastantes- en toda esta historia, cojean, o no se sostienen. Que el caso hay que revisarlo con nuevos ojos. Eso sería lo más apropiado. Revisitar el crimen con la tecnología de hoy en día -realizando nuevas pericias genéticas sobre restos biológicos-, con investigadores reputados de homicidios y expertos en la materia. El sumario B todavía continúa abierto. Demasiados años sin noticias de él. No se a que se espera para realizar nuevas diligencias de investigación sobre este y otros muchos asuntos, posiblemente relacionados o conectados en algún punto. Cosas y casos sin resolver en esta misma zona.
Trabajar en la dirección correcta, nunca puede ser un tachón en el expediente de nadie. Muchísimas veces a pesar de intentarlo, no se consigue llegar al fondo de la verdad. Ello no implica dejadez o falta de ganas. Pero esa verdad, la de las víctimas y sus familias, está por encima de la crítica social, o de los errores del pasado. Todavía se está a tiempo de hacer muchas cosas para avanzar en esa "buena dirección".
El perfil criminal se nos muestra
como algo “sustancial” en este triple crimen. Más si tenemos en cuenta la
anómala victimología. Triada de adolescentes.
Emplazo a los estudiantes de criminología, de derecho, a los policías de homicidios en formación, a los futuros jueces, a revisar cuantos casos existen en nuestro país y nuestro entorno occidental, similares a los descritos en el párrafo anterior. Y a preguntar a sus profesores sobre este particular. Necesitamos respuestas, sobre todo de aquellos "especialistas" que nos pueden ilustrar con su experiencia y a los que tanto echamos de menos, en este complejo y movedizo terreno de la Valencia de los años oscuros (80's-90's).
Hay que buscar quien encaja o es
compatible con el perfil criminal de los posibles autores de estos hechos.
Los culpables oficiales, no eran
pederastas, y tampoco acosaban a niñas o adolescentes. No eran exhibicionistas.
No habían cometido abusos con menores, ni fueron detenidos por posesión o
confección de este tipo de material pornográfico perverso e ilícito. Sus relaciones de
pareja parece que se encuadraban dentro de la “normalidad” -con jóvenes de su
misma espectro de edad (pasada la veintena)- o incluso con tendencias
homosexuales/bisexuales –como se llegó a describir en algunos de los casos-.
Tampoco los acusados por los
hechos, parecían ser usuarios de prácticas extremas/sadomasoquistas. Es más, en aquella época este tipo de prácticas dentro
de la órbita de las parafilias, había que buscarlas en círculos extremadamente
reducidos y encriptados.
Eran prácticas desconocidas,
ocultas. Bizarras y poco usuales. Círculos amateurs y subterráneos. Submundos
de la depravación valenciana. Gente con amplia experiencia y trayectoria en el
ámbito sexual, que buscaba este tipo de relaciones “extremas”.
¿Buscaron ahí? en esos sótanos
del placer más oscuro, dónde el dolor y
sobrepasar los límites establecidos, es el “leit motiv” de cualquier acto o
relación sexual. Un amplio catálogo de actividades: ataduras, asfixia erótica,
introducción de objetos, uso de artilugios de tortura sexual, etc, etc….
¿Es posible que en ese submundo
pudiera encontrarse el perfil adecuado de alguno de los autores materiales de
este crimen horrendo?
¿Quién tiene este tipo de gustos?
¿Quién demandaba este tipo de prácticas en la Valencia de los ochenta-noventas?
¿Se profundizó en esta línea de investigación?
Siempre tendremos esa duda. La
sombra de que la investigación fue “manejada” de forma interesada por los
verdaderos autores del crimen. Es una opción a tener en cuenta. Los mismos que guiaron a los instructores a seguir
un camino repleto de pistas falsas que ellos mismos iban dejando como pequeñas miguitas de pan.
Todo jugaba a favor de sus
intereses: presión social y mediática por solventar el crimen, y un reguero de
pruebas dejado en el lugar del enterramiento.
El propio lugar del enterramiento
era la prueba principal.
Enterraron a las niñas en los
dominios de un grupo de delincuentes
comunes. Era como un cartel de dirección que decía a los investigadores hacia dónde había que dirigir absolutamente "todas" las
sospechas. Una vía única de un sólo sentido y dirección. Sin desvíos ni vías paralelas.
Por si quedaba alguna duda, sembraron
el lugar del hallazgo de las tres niñas con los restos de un guión perfectamente planificado y confeccionado. Un parte médico con un nombre y un apellido de un familiar del principal acusado -Anglés-.
Marcando y señalando un punto
concreto en medio de un inhóspito paraje, para llamar la atención de alguien.
Para ser encontrado.
Querían que los cuerpos
aparecieran. Podían haberlas hecho desaparecer para siempre. Existen mil
formas. Pero no fue así. Existía demasiada presión social. No contaban que la
personalidad de Fernando García pusiera todo patas arriba. Demasiado peligroso
para sus intereses. Podían rebuscar en demasiados sitios o recibir alguna información correcta. Peligro.
Las enterraron completamente
vestidas a pesar de haberlas forzado sexualmente -algo completamente inusual y contradictorio-, para facilitar su
identificación por esas ropas y objetos. Objetos, cadenas, anillos y dinero, que nunca fueron sustraídos a las niñas, por los delincuentes comunes inculpados. Contradicción. Este dato apunta según la psicología criminal en el sentido opuesto, como una acción u omisión propia de gente sin necesidades materiales o económicas.
Unos trozos de papel que
apuntaban en una única dirección posible.
A (trozos del parte médico con el
nombre de un familiar del clan)+ B (La Romana-Caseta LLombay refugio de los
inculpados). A+B=esclarecimiento del caso. No hay más preguntas.
Papeles que databan de meses
atrás, y que ningún verdugo por idiota que fuera, guardaría en su pantalón, para
esparcirlos en trocitos encima de la tumba de tres niñas sodomizadas, mutiladas
y torturadas hasta la muerte por el mismísimo Diablo.
Algo así como dejar el carnet de
identidad del autor de los hechos en el lugar de los hechos, pero “menos” evidente. Un despiste más
“asumible" por el público de la película.
¿Quién-es están detrás de esa
escena amañada? ¿Qué intereses tenían? ¿Desviar la atención? ¿Fueron los
verdaderos autores de los hechos los que manipularon la escena del hallazgo?
¿Forzaron la aparición de los cuerpos mediante algún tipo de aviso, o llamada
anónima –como en el caso Macastre y el hallazgo de la joven de Turís, dónde
dieron “datos exactos y concretos” del punto dónde encuentran a la joven
mutilada- o simplemente se limitaron a dejar prendas de ropa y otros efectos
esparcidos en el monte, para llamar la atención de cazadores, apicultores o
excursionistas en aquel túmulo del que “casualmente” también, sobresalía una
mano deshuesada?
¿Jugaban con los investigadores?
¿Eran los mismos que marcaban calles de Valencia con restos humanos de niñas
mutiladas en la zona sur de la provincia? ¿los mismos que informaban de la
situación del cadáver de la joven mutilada de Turís -¿Tres de Macastre?- y apuntaban
también a la implicación de “otro” delincuente común?
Señalar el lugar del cuerpo o los
cuerpos, y apuntar en una dirección concreta –la de delincuentes de poca monta
con problemas con la justicia-.
Hay algo que es sumamente
complicado de entender. La existencia de tantas anomalías en la investigación. Agujeros
negros de los que nunca se hubiera sabido nada, si Fernando García y su equipo
paralelo, no hubieran “distraído” y fotocopiado a escondidas el sumario del
caso, a aquel abogado valenciano.
Jamás nos hubiéramos enterado de
todo lo que había pasado con aquellas tres niñas de un pequeño pueblo agrícola
al sur de Valencia. Como seguimos sin enterarnos de lo que sucedió en otros tantos
crímenes de aquella zona. Macastre, Cristina LL.P. -hallada en Bétera apenas
unos días después del intento de rapto de Mirian en el portal de su casa como
desgranamos en un artículo anterior-, o en otros tantos casos criminales de la
zona sin esclarecer.
De aquel otro misterioso triple
crimen, Macastre, ocurrido pocos años antes del Caso Alcásser, en la misma
cadena montañosa, apenas sabemos unas
cuantas cosas, gracias a dos investigadores, que han publicado un libro ¿Qué
pasó en Macastre? (Ríos y Amós, ed. Círculo Rojo).
Si algo se saca en conclusión al leer el libro y tener acceso a una parte de ese sumario del Caso Macastre es que al igual que en el Crimen de Alcásser apenas existen fotografías de los levantamientos de los cadáveres de las adolescentes, y que en Macastre como en otros “crímenes ocurridos en la zona en esa misma época” –niña de la naranja en la boca, etc- las autopsias tampoco fueron concluyentes, ni revelaron datos que permitieran esclarecer los hechos. Estamos por lo tanto ante instrucciones deficientes, que encierran además fallos inexplicables.
Es inconcebible, que en aquella
Valencia rural de finales de los ochenta y principios de los noventa, que
aparecía constantemente salpicada de cadáveres de menores o mujeres jóvenes, los equipos de policía judicial no estuvieran sumamente
curtidos en inspecciones oculares, informe fotográfico y levantamiento de
cadáveres. Es muy llamativo. Hay errores de principiante, hay errores humanos y
hay errores que no tienen explicación por mucha falta de medios o dotación que
se puedan alegar.
La inspección ocular y las fotografías de la escena del crimen son la pieza
principal de la investigación, porque luego una vez alterada esta escena, ya nada
volverá a ser igual. No habrá forma posible de volver sobre ella. De volver
atrás.
Esos detalles insignificantes que
en un principio pasan desapercibidos a los ojos de los investigadores, pueden
ser apreciados en posteriores revisiones de esos informes policiales, y llegar
a resolver un caso criminal. Es más pueden ser reinterpretados por los
distintos investigadores que suelen pasar a lo largo del tiempo en este tipo de
casos enquistados o fríos, observando en esas fotos nuevos detalles que otros
investigadores anteriormente habían pasado por alto.
Es algo a todas luces
incomprensible. Olvidos imposibles. Más graves si cabe, si atendemos a la
magnitud de los casos –hallazgo de tres adolescentes muertos “en circunstancias
criminales o en muy extrañas circunstancias en parajes inhóspitos”. Y no una
vez, sino en al menos tres ocasiones (Caso Alcásser, Caso Macastre, Caso
Montortal-Alcudia Carlet).
Todas las triadas de víctimas o
casos grupales se sitúan en la misma zona geográfica. La zona sur de la
provincia de Valencia.
¿Casualidades?.
Nosotros hace tiempo que no
creemos en las casualidades. Siempre mantenemos la misma máxima. Y nos seguimos
ratificando en esta teoría:
Sucedió allí, porque allí ocurría
“algo” indeterminado, que propiciaba esta
criminalidad “específica” y “única”. Y que además facilitaba o favorecía que
esta criminalidad se perpetuara en el tiempo.
Algo que no sucedía en otros
puntos de España o Europa.
Algo a todas luces anómalo.
Estamos por lo tanto ante una
serie de sucesos de una gravedad y complejidad, con los que nunca antes la
justicia nacional había lidiado. Un fenómeno inaudito. Desconocido a nivel
criminal, sociológico, policial, y judicial.
¿No eran acaso estos asuntos lo suficientemente graves como para realizar decenas de fotos del posicionamiento de los cuerpos de los menores asesinados?
Al igual que en la investigación
hay partes oscuras, en el condenado por el triple crimen también existen
aspectos que son incomprensibles.
En un análisis de esas múltiples declaraciones
del condenado Miguel Ricart –tomando como referente la psicología del
testimonio, un trabajo que realizamos en su día –y que no ha sido publicado en
el blog, dado que formó parte de un trabajo empírico universitario-, pudimos
observar las múltiples contradicciones existentes y llegamos a una serie de
conclusiones finales.
Miguel Ricart se autoinculpó al
principio de la investigación-instrucción del caso, para luego negar los hechos sistemáticamente. Era la contradicción personificada. Justamente,
por esa misma razón, cualquier jurista sabe que un testimonio así nunca
debió ser la piedra angular sobre la que sustentar la sentencia condenatoria en
un caso de estas características.
Un sistema judicial que se
precie, no puede poner la carga de la prueba, sobre un testimonio plagado de
mentiras, o de relatos “ad hoc” que se van amoldando al discurrir de los
acontecimientos, por intereses desconocidos.
No sabemos absolutamente nada. Ni
el lugar dónde ocurrieron los hechos. Se varió de ubicación varias veces. Pero
es que tampoco existen restos biológicos de aquella masacre sexual en la caseta
de LLombay. No sabemos el móvil real del triple crimen. El porqué. La
motivación última y porqué fueron escogidas aquellas tres niñas. Como tampoco
lo sabemos en el Caso Macastre. Lo único que sabemos es que en ambos casos aparecen
sus cuerpos en sendos escenarios rurales. En la misma cadena montañosa. Y en
ambos casos planea el móvil sexual. El móvil sexual perverso. Con menores. Y
con distinto grado de violencia, o de posible actividad sexual.
Es precisamente ahí, hacia dónde
tenemos que dirigir nuestras pesquisas. Por eso en el blog damos tanta
importancia a esta “dimensión sexual” del caso, que otros autores, obvian o restan
importancia.
Para nosotros “absolutamente
todo” parece girar en torno a esta cuestión. Adornada de otros “ingredientes”,
pero con un transfondo claramente de perversión sexual.
De ahí que hayamos indagado “a
fondo” en las redes de menores, y en la producción de pornografía amateur con
menores en la Valencia de los años ochenta-noventa. Y lo que encontramos no
dejó de sorprendernos por su magnitud y frecuencia.
Ahí pueden estar muchas claves
ocultas, a nuestro humilde entender. Había demanda de ciertas cosas. Y había
gente sin escrúpulos dispuestos a conseguir niñas y adolescentes.
Esa será nuestra línea principal
el móvil sexual. Aunque no descartamos otras “accesorias”.
Y sobre algunas de esas preguntas que todos-as
nos hacemos, girarán los siguientes
post.
El porqué. El móvil posible del
triple crimen. Las hipótesis. Y ahondaremos sobre todo en aquellas que no han
sido suficientemente indagadas hasta el momento por otros autores o
investigadores del caso.
Miguel Ricart, nunca ratificó su culpabilidad en el acto del juicio oral, pero la realidad es que Miguel Ricart sí había declarado antes del juicio oral haber participado en los hechos ante un juez, un fiscal, un forense, y un abogado. Y esto le valió su condena.
“… Ricart
fue condenado en base a sus autoinculpaciones, y a una serie de detalles, que
nadie que no haya estado presente en el lugar y en el momento de los
hechos, puede relatar. Salvo que ese
relato “venga dictado” o “guiado” previamente bajo algún tipo de coacción…” –o
que el relato haya sido previamente confeccionado y simplemente haya sido firmado
por el inculpado-.
“…También
llaman la atención algunos detalles supérfluos o no necesarios para describir
los hechos, que salpican algunas de sus confesiones…”
Pero
lo fundamental es que “no hay vestigios biológicos que lo incriminen, ni
testigos visuales que lo sitúen con las niñas en ningún momento de la
tarde-noche del 13 de noviembre de 1992. El día de “autos”. No hay “otros”
indicios sólidos. Otras pruebas de “cargo”.
Sólo
hay múltiples contradicciones, testimonios dudosos y declaraciones del
condenado, no ratificadas en juicio oral, pero sí ante un Juez, un
Fiscal y un Forense en la fase de instrucción. Algo que posibilitó que la
Justicia condenara a Miguel Ricart a 170 años de prisión…”
(extracto del trabajo universitario “Miguel Ricart, Psicología de un testimonio,
historia de un despropósito”)
Pero la gran pregunta es ¿Son
siempre fiables las confesiones de los inculpados en este tipo de hechos?
En ese trabajo de psicología del
testimonio, también se describen algunas posibles irregularidades practicadas
durante la fase de investigación-instrucción con algunos de los testigos del
Caso Alcásser –Bar Parador-. Al parecer estos se negaron a firmar declaraciones
–que ya venían previamente confeccionadas por los instructores- al no coincidir
estas con el relato real de los hechos, o poniendo en su boca “hechos que no se
correspondían con la verdad”. Orientando así la investigación en esa “única
dirección” al objeto de atar cabos, o recopilar indicios de la participación de
los inculpados.
Si se llevó a cabo este tipo de prácticas irregulares con
algunos testigos, las dudas nos hacen preguntarnos ¿pudo extenderse esta maniobra a otras diligencias más
comprometedoras?
Puede parecer algo extraño o
imposible, pero en Netflix existen varios documentales que abordan crímenes
reales en otras partes del mundo, dónde han sido utilizadas una serie de
técnicas psicológicas ilegales de persuasión durante el interrogatorio y
custodia de los sospechosos, en más ocasiones de las que pudiera parecer durante aquellos años ochenta y noventa. Sobre
todo en las primeras confesiones o indagaciones del sospechoso dónde no estaba presente el abogado del investigado, o incluso a posteriori cuando este se
encontraba recluido.
Una técnica que según se
describe, consiste en ir minando psicológicamente al sospechoso, hasta que este
se derrumba y duda de todo lo que ha hecho el día de “autos”. En ese estado de
confusión y presión, llega a reconocer hechos en los que no ha participado, o
de los que no tiene seguridad completa de haber participado. Firma cualquier documento
que le pongan delante con tal de que cese dicha presión.
Para ilustra esta técnica
les sugiero ver “Out of thin air” de la
cadena Netflix
“… Seis personas condenadas
por dos asesinatos en Islandia. Cuarenta años después, un documental prueba que
las confesiones no siempre son confiables…”.
Es precisamente “este proceder”
el que el padre de una de las niñas, parece apuntar en el citado documental al
ser preguntado sobre las autoinculpaciones de Ricart. Firmar “algo previamente
redactado por terceros”.
Es una duda más que razonable,
pero no es menos cierto que es el propio
Miguel Ricart el que también se autoinculpa en una ocasión más –como cómplice-,
posteriormente a esas primeras diligencias policiales, en sede Judicial, y con todas las garantías procesales.
Es decir declara ante: el juez, el fiscal, el
forense, y en presencia de su letrado.
Y aquí también surgen las dudas:
Sino tuvo ninguna participación
en el caso como afirma en la actualidad ¿qué motivos le llevaron a cargar con tan pesada losa?.
Sería muy esclarecedor oir esa
entrevista grabada tras su salida de la cárcel. Entrevista, vetada y prohibida. Señores de los medios de comunicación: ¿Porqué se nos oculta el contenido de esa grabación a la opinión pública?
¿Porqué Ricart no ha hecho más declaraciones desde su salida de prisión?.
Estamos de nuevo ante esa dualidad que sobrevuela todo
el proceso penal del Caso Alcásser: Cierto-Incierto. Verdad-Media Verdad.
Encubrimiento. Miedo…. ¿a qué o a quién?.
Una versión oficial que daba por bueno el testimonio de una señora que ve subir en el coche a las tres niñas. Hasta que esta ratifica en el juicio oral, que el coche en el que se suben las tres niñas que ella identifica claramente como Mirian, Toñi y Desiree, no puede ser el del acusado, y por lo tanto se trata de otro vehículo distinto al opel corsa de dos puertas de Ricart. Entonces la versión oficial se cae por su propio peso y además –lo cual es todavía más grave- abre la posibilidad a que las tres niñas que la testigo vio –si realmente eran las tres niñas de Alcásser- se hubiesen subido a OTRO vehículo distinto al del condenado, con CUATRO individuos desconocidos y nunca identificados. Miguel Ricart además jamás será visto en compañía de las tres niñas aquella tarde noche del trágico viernes 13, por ninguno de los escasos y controvertidos testigos del caso. Ni esa tarde, ni nunca antes de los hechos. No hay relación aparente entre víctimas-verdugos. Por lo tanto tampoco hay un nexo que permita establecer ese conocimiento o confianza suficiente para que tres niñas así, subieran con él y su compinche -el temible Anglés-, en ningún coche. Estando además, a tan escasa distancia de la discoteca, a la que se dirigían andando las niñas esa tarde -según la versión oficial-.
Es decir si una testigo no
interesada en declarar voluntariamente –sin ánimo de protagonismo, ni focos, ni televisiones-, como fue el
caso de Dolores B. relata estos hechos, los mantiene contra viento y marea en
sede judicial, y no se investiga esa “segunda posibilidad” –que las niñas
subieran a “otro” coche similar, pero distinto y con más gente-, por el simple hecho de que tira abajo
el resto de la investigación, parece la mejor evidencia de que no se contemplaron
otras opciones alternativas –algo fundamental en cualquier investigación-.
La investigación debe amoldarse a los testimonios, aunque estos sean cambiantes y no los testimonios a la hipótesis principal de la investigación. Porque entonces habrá una verdad "preestablecida". Que puede ser la verdad real, o una verdad a medias o artificiosa.
Y esto que para algunos parece una tontería o especulación absurda, no lo es tanto, cuando echamos la vista atrás.
Como ya recordamos en otro de los
artículos que publicamos anteriormente, en uno de los primeros casos de homicidios sexuales en esos años oscuros, ocurridos
en la provincia de Valencia, con victomología dónde están implicados menores –en este caso más pequeñas- violadas y asesinadas,
fueron vistos merodeando por la zona antes de desaparecer la víctima “cuatro
individuos, uno de ellos de pelo blanco” en un vehículo. Algo que en cierto
modo coincide con algunos de los datos antes referidos –además del pelo cano
hallado en el cuerpo de una de las niñas de Alcásser-. Pero es que además los autores del crimen de esa pequeña, cometieron otro crimen semejante al poco tiempo también sin esclarecer. Es decir eran autores seriales, maniácos sexuales seriales. Así se les llegó a "encasillar" en aquel entonces.
¿Podríamos estar entonces, ante los mismos autores
que actuaron de forma serial en Valencia durante tantos años?
Nada parece descartable,
viendo los distintos casos, sus modus, y la clasificación de “sin esclarecer” que pesa sobre estos casos.
Existen también otros testimonios
en el Caso Alcásser, que sí deberían haber sido analizados con puntos y comas.
Especialmente el de los últimos testigos que tiene contacto visual y físico con
las tres niñas la tarde de su desaparición.
Un relato plagado de sombras y
que plantea muchas dudas. Uno de los testimonios más importantes en cualquier
investigación, el de la última persona que ha estado –físicamente- con las
víctimas. En este caso el mismo que las recoge y lleva en un vehículo –sobre el
que los citados testigos muestran contradicción (algo sumamente extraño)- la tarde noche de autos.
Tenemos por lo tanto un relato de
los hechos que parte de una prueba sembrada en la tumba de las niñas, y pasa
por una serie de testimonios llenos de irregularidades e incoherencias, que
vienen a intentar dibujar la hipotética trayectoria del desplazamiento de las
niñas desde Alcásser a la localidad lindante de Picassent.
Un relato que toma lo que
conviene y desecha lo que no le interesa. Un relato por lo tanto inverosímil,
carente de solidez policial y judicial y en el que en ningún momento los
testigos sitúan a los dos autores oficiales de los hechos con las tres niñas.
Toda esta historia rocambolesca,
para finalmente llegar de nuevo al punto de partida –la fosa de la Romana-. El
único punto verificable y objetivamente probado. El escenario final dónde son
depositadas las tres pequeñas. Un lugar al que las niñas, muy probablemente llegan
porteadas o transportadas en esa moqueta-alfombra ya muertas, para ser
enterradas en ese territorio frecuentado por los dos delincuentes comunes.
“Colocan” los cuerpos en las
inmediaciones de su guarida. Esparcen
los papeles y las ropas. Se aseguran de que los cuerpos sean descubiertos,
cuando ellos quieren que sean descubiertos. El círculo se completa con la
desaparición –para siempre- de Anglés. Como epílogo a este relato imposible,
Miguel Ricart sube como una oveja mansa con su bolsa de mandarinas a un edificio
tomado por los investigadores uniformados.
Aquellos delincuentes comunes
huidizos y esquivos, salvajes y con infinidad de refugios en las montañas rojas
de Valencia, parecían sin embargo –como en el caso de Ricart- caminar prestos y
confiados hacia el mismísimo matadero.
Pura fantasía. Fuegos
artificiales. Humo, que tapa el horizonte.
La verdad está ausente y vuela
muy alto, como diría Umbral.
No sabemos si muy alto o a media
altura, pero la verdad en este caso, y en “otros” casos como hemos podido
comprobar en este blog, parece continuar bien oculta.
La verdad es críptica e intensa. Extremadamente
complicada y con un coste altísimo, porque el mensajero, el que rebusca se la juega en el
intento, y se sabe fácil objetivo. Aunque siempre está bien recordar, que el
mensajero también es prevenido, y tiene sus propias armas. Y sus mejores
secretos bien guardados, a buen recaudo.
*recientemente
nos fue clausurado el correo electrónico de la página, por razones que
desconocemos. Hemos habilitado otra dirección de mail nueva con las iniciales del blog. Cualquier
información de tipo confidencial puede ser enviada a la siguiente dirección:
Alcásser parece ser la pieza
principal. La culminación de una serie de crímenes, en este mosaico de casos que
cubren toda la zona sur de Valencia.
Unos crímenes dónde las víctimas
aparecen maniatadas –y no de cualquier forma-, dónde sus cabezas son tapadas
con bolsas de plástico. Enterradas o arrojadas a acequias, pozos, molinos, alquerías
o azudes. Mutiladas, violadas, sodomizadas con objetos. Mensajes. Trabajo de Asesino
ritual. Serial. Grupal. Triadas. Adolescentes. Mujeres jóvenes. Mismos gustos
crueles, que buscan al mismo tipo de víctima. A veces prostitutas o yonkis, a
las que es fácil dominar, manipular o engañar, con dinero o drogas.
Pero también niñas normales, sin
experiencia. Completamente inocentes. Amateurs. El “sumun” de su depravación.
Lo que más les puede motivar. Lo máximo a lo que pueden aspirar. Torturar a los
más inocentes. El escalón más alto en la pirámide de su perversión.
Nos
enfrentamos a auténticos demonios. De carne y hueso.
“…Después de 27 años sigo
pensando que la versión que dieron sigue siendo muy falsa…”
“…A mi no me cuadraba que
hombres de 24 años se juntaran con niñas
de 14, que fueran a la misma discoteca, a los mismos sitios…”
“…Ni de Miguel Ricart, ni de
Antonio Anglés había ninguna prueba biológica ni en los cuerpos ni en ninguno
de los sitios dónde nosotros estuvimos…”
“…A mi hija la mató alguien
que no se había dicho en los periódicos… alguien que hoy en día después de 27
años aún está por la calle, ni se le ha buscado, ni se le ha juzgado, siguen
estando impunes…”
“…para mi egoístamente sería
mucho más sencillo mucho más tranquilo que hubiese sido Miguel Ricart y Antonio
Anglés… porque hubiese sido para mi lo más fácil, yo me hubiese dedicado a
buscar la forma de quitarles la vida….porque quien mata a mi hija tiene que
pagar con lo mismo que ha hecho, con la muerte, y de eso me hubiera encargado
yo….hubiese sido lo fácil para mí, lo sencillo, lo cómodo, pero no es así…”
“….Ellos fueron dos personas
que tuvieron que buscar para cubrir el expediente…”
“no pretendía otra cosa… yo no
quiero laureles, no quiero fama…yo quería justicia nada más…hoy en día sigo
pensando lo mismo…y algún día se que esto se va a aclarar…”
“…yo le dije la verdad…yo la
cinta no la he visto…no he visto el contenido de la cinta…yo he visto la
cinta…físicamente pero nada más…no se lo que contiene la cinta …y Juan Ignacio
me dijo en su momento mejor no lo veas, yo esta cinta la voy a poner a buen
recaudo, va a estar en un sitio muy protegido y va a ser nuestro seguro de
vida, te pido por favor que no me pidas que te la enseñe...” “esta cinta era una más… cuando salió a la
luz que contenía algo que era grave pues fue cuando yo le pedía a J.I.B que
quería verla y él me dijo que mejor que no la viera...y respeté su decisión”….”
“…Nosotros cuando fuimos al Ministerio, nosotros llevamos toda la documentación
que nos requirió el Ministerio y entre ellos iba eso…-la cinta- ...”
“…él –el parroco del pueblo -
fue quien nos la dio supongo que sería a él a quien le llegó…” “…yo no tengo
ningún motivo para mentir, quizás es porque tiene algún secreto de confesión…”
“…porqué desaparecen tantas
crías, tantas criaturas, tantos niños y no aparecen…desaparecen no aparecen
nunca…no se encuentra cuerpo ni se busca a quién lo ha hecho…”
“…en la misma zona
desaparecieron tres más también y aparecieron muertas después y no se ha
investigado...y quién lo hizo, porqué…”
“…yo sigo pensando que hay
gente que rapta niñas y las mata ¿para qué? …sectas, brujería, grupos de
poder…no lo se…el caso es que disfrutan haciéndolo”.
¿tú has seguido
indagando….después de tantos años no has logrado saber quién está detrás de la
desaparición y muerte de tú hija?
No, no, ojalá lo supiera
¿Pero ella os contó que tenía
un pasamontañas? –episodio encapuchado portal mirian poco tiempo antes de
desaparecer-
Sí sí
¿porqué sino que fue
casualidad es decir las niñas pasaban por ahí y fueron elegidas al azar por
estos depravados?
O ya las estarían siguiendo.
“el miedo se lo llevó ella
todo, pasaría tanto miedo en aquellos setenta y tantos días…mi hija murió dos o
tres días antes de aparecer…a mi me sacaron de España para que aparecieran…”
“…las niñas no murieron allí,
no murieron en la Romana, las niñas las
enterraron en la Romana, mi hija murió dos o tres días antes, mi hija
tenía el cuerpo sonrosado, mi hija le sacan sangre líquida del cuerpo…”
“…yo no tengo la verdad pero
lo que no creo es la mentira…”
“…lo que sí tengo presente es
que algún día se hará justicia con mi hija…”
(extractos
entrevista de Iker Jimenez a Fernando García padre de Mirian-Cuarto Milenio)
Una interpretación de la escritora Rita Segato acerca del motivo último de los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez:
ResponderEliminar"Existen dos cosas que en Ciudad Juárez pueden ser dichas sin riesgo y que, además, todo el mundo dice –la policía, la Procuraduría General del República, la Fiscal especial, el Comisionado de los derechos humanos, la prensa y las activistas de las ONG–: una de ellas es que “la responsabilidad por los crímenes es de los narcos”, remitiéndonos a un sujeto con aspecto de malhechor y reafirmando nuestro terror a los márgenes de la vida social. La otra es que “se trata de crímenes con móvil sexual”.
(...)
Nos equivocamos cuando pensamos en la impunidad exclusivamente como un factor causal (...) los feminicidios de Juárez se pueden comprender mejor si dejamos de pensarlos como consecuencia de la impunidad e imaginamos que se comportan como productores de impunidad (...) sellar un pacto de silencio capaz de garantizar la lealtad (...) El ritual sacrificial, violento y macabro, une a los miembros de la mafia y vuelve su vínculo inviolable (...) más que una causa, la impunidad puede ser entendida como un producto, el resultado de estos crímenes, y los crímenes como un modo de producción y reproducción de la impunidad: un pacto de sangre en la sangre de las víctimas
(...)
Es evidente que la continuidad de este tipo de crímenes por once años sin que su recurrencia sea perturbada requiere recursos humanos y materiales cuantiosos que involucran: control de una red de asociados extensa y leal, acceso a lugares de detención y tortura, vehículos para el transporte de la víctima, acceso e influencia o poder de intimidación o chantaje sobre los representantes del orden público en todos sus niveles, incluso federal; acceso e influencia o poder de intimidación o chantaje sobre los miembros del gobierno y la administración pública en todos sus niveles"
Rita Laura Segato. "La escritura en el cuerpo de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez. Territorio, soberanía y crímenes de segundo estado"
Es muy interesante esta aportación, muchas gracias. El tema Ciudad Juarez como paradigma del feminicidio y la impunidad prolongada en el tiempo, lo revisamos -muy por encima- en un post del blog hace años. Es curioso el paralelismo en el tiempo de los sucesos de México y de Valencia. Está demostrado estadísticamente que existe un repunte muy importante de la violencia en esos años ochenta-noventa. En el caso de Valencia, de forma muy significativa, al igual que las principales ciudades del país. Pero en el caso de Valencia, lo que observamos es la existencia de esa concatenación de casos grupales, con adolescentes, o casos aparentemente "aislados" de mujeres muy jóvenes. Un rango de edades concreto, y una victimología similar. Y un móvil sexual que parece subyacer en estos crímenes, que además presentan un nexo común: su falta de esclarecimiento o su esclarecimiento muy limitado o parcial. INcluso en muchos casos sin condenas judiciales que pongan punto final a instrucciones policiales- judiciales -con algún detenido o sospechoso en alguno de estos casos-. Existe entonces, un amplio abanico de casos dónde ese móvil sexual -pero no una sexualidad "al uso"- con una fortísima componente de sadismo o dominación de la víctima, no sólo como método de control, sino que podría ir "más allá" y que nos podría indicar un camino hacia una sexualidad más "oscura". ESta parte tan importante de las posibles motivaciones la estudiaremos en próximas entregas del blog. Volviendo a Ciudad Juárez, el entorno criminógeno no es comparable, pero sí existen similitudes. Mafias, redes de menores, importantes decomisos de drogas y desmantelamiento de laboratorios o puntos de almacenaje en la zona sur de Valencia, tráfico de armas, etc. Es decir existe un "caldo de cultivo" previo que nos indica la presencia de mafias asentadas en la zona, dedicadas a todo tipo de ilícitos. No es para nada descartable, que estas, junto cor personal autóctono -conocedores de la intrincada geografía de la zona- puedan estar implicados en este tipo de criminalidad. De todas formas, en la hemeroteca valenciana, por desgracia, encontramos una "querencia" de determinadas parafilias, o tendencias sexuales prohibidas -menores-. Es decir estaríamos ante un círculo dónde había demanda, había mafias que proporcionaban menores, que producían películas aberrantes con menores, y dentro de ese círculo es importante indagar. Porque las motivaciones "aparentes" de estos crímenes, pueden estar ahí. Sin olvidarnos de algo que también conecta México con Valencia -la presencia de sectas oscuras, y de una fuerte carga esotérica en esas microsociedades rurales-. En todo este abanico de cosas parecen moverse estos asuntos. La mafia tiene sus propios pactos de sangre, pactos de poder, de soborno, para facilitar sus actividades. Y de esto también existen rastros en la sociedad valenciana de la época. Lo hemos rescatado de las hemerotecas. Y como siempre decimos, lo que se detecta, y pone a disposición judicial, es siempre la "punta del iceberg". De un iceberg enorme, y completamente podrido. Si algo tenemos claro, desde el minuto uno que empezamos a escribir este blog, es que si algo sucede en un determinado sitio, es porque en este se dan las circunstancias idóneas. Tanto en Ciudad Juárez como en la zona sur de Valencia, parece que "algo" favorecía la proliferación de casos y su aparente impunidad, o que estos se perpetuaran en el tiempo. Muy interesante todo lo que nos deja en este comentario. Muchas gracias. Un saludo¡¡¡
ResponderEliminar¿Hola, hay alguna forma de acceder a ese estudio sobre Miguel Ricart?
ResponderEliminarEs un trabajo que recoge los distintos testimonios aportados por Miguel Ricart, durante la fase de detención e instrucción policial. Aplicando algunos de los preceptos de la psicología del testimonio. Haremos un pequeño resumen de este trabajo en algún post futuro, en el que se condensen las conclusiones finales, que son lo más interesante, las distintas declaraciones de Miguel Ricart son fácilmente localizables en internet. La psicología del testimonio se aplica más bien a los testigos de los hechos, pero puede ser extrapolable a estas declaraciones, para observar algunos indicadores que permitan verificar la credibilidad de estas. De todas formas, es un campo "experimental" y muy poco utilizado o con poca aceptación en nuestro país. Gracias por su interés. Un saludo¡¡¡
ResponderEliminarinstrucción policial-judicial, quería decir.
Eliminarhttps://sevilla.abc.es/andalucia/huelva/sevi-matan-diversion-anciano-huelva-cuando-vida-vale-20-euros-y-tabaco-202002171155_noticia.html?ref=https%3A%2F%2Fwww.google.com%2F
ResponderEliminarPepeldelpopulacho
Increíble, gracias por el aporte. Un saludo¡¡¡
ResponderEliminarhttps://www.elespanol.com/reportajes/20200220/giro-alcasser-huesos-hallados-pueden-miriam-desiree/468953402_0.html
ResponderEliminarPepeldelpopulacho
Gracias por el enlace, seguimos las noticias con absoluto interés, como todos-as los interesados en este asunto. Esperemos que se produzcan novedades, y sobre todo que se "reabra" este caso. Es de justicia, revisar "con otros ojos" y "otras disciplinas y técnicas" todo lo que hay alrededor de este y "otros" asuntos al sur de la capital Valenciana...lo incomprensible es que nadie "meta mano" a estos temas a nivel judicial. Hay tantas cosas incomprensibles en esta parte del territorio nacional, que daría para un juzgado específico y una unidad de investigación potente, dedicado sólo a estos asuntos, y a estos casos "fríos".
Eliminarhttps://www.abc.es/cultura/toros/abci-conmovedora-historia-jordi-perez-torero-criado-entre-monjas-202003010147_noticia.html?ref=https%3A%2F%2Fwww.google.com%2F
ResponderEliminarPepeldelpopulacho