Tan sólo un año después del
crimen de Yvonne en Port de Alcudia-Mallorca, se producía otro macabro
hallazgo:
Unos trabajadores del Instituto Balear de la Naturaleza (IBANAT), que
realizaban labores de limpieza en el margen de la carretera de Esporles, encontraron durante la mañana del 3 de
abril de 2000 restos humanos en una bolsa en avanzado estado de descomposición. La bolsa fue localizada por los
trabajadores, cuando limpiaban los laterales de la carretera que enlaza las
localidades mallorquinas de Valldemosa y Esporles.
El esqueleto era de una joven
asesinada a sangre fría con un 'tiro
de gracia' en la nuca. (el mismo modo de ejecución que sufrieron las
tres niñas de Alcásser).
La autopsia descartó que fuera
asesinada en la cuneta de la carretera donde la encontraron y las conjeturas
apuntaban a que la podrían haber matado en un lugar próximo y
luego la trasladaron hasta allí,
seguramente de noche. Con toda seguridad, hubo más de un implicado porque, tal
y como apuntó la Guardia Civil en su momento, resulta bastante complicado y
laborioso trasladar un cadáver y dejarlo entre la maleza.
Se trató de un crimen bastante complicado de esclarecer debido a dos
factores: primero porque la víctima no fue identificada –portaba unos
collares que no fueron tampoco reconocidos-, nadie denunció su
desaparición, por lo que los agentes apuntaron a que podría tratarse de una
ciudadana extranjera; y segundo
por el avanzado estado de descomposición
que presentaba el cuerpo. Como móvil del crimen se barajó varias posibilidades
pero un ajuste de cuentas fue la más
probable. (Caso sin resolver)
Collares de la víctima:
En el año 2007, otro increíble
hallazgo, esta vez en una playa de la localidad de Peguera. La zona donde se
realiza el hallazgo es conocida como “La
Romana” –este nombre es el mismo del paraje dónde fueron encontradas
enterradas en una fosa las tres niñas de Alcásser-. El paraje y la playa se
encuentran en Calviá-P. de Mallorca.
El origen del caso se remonta al
pasado 8 de mayo de 2007. Unos niños que jugaban en la arena a media tarde
encontraron casualmente parte del esqueleto mientras cavaban un impresionante
hoyo. A unos 80
centímetros de profundidad, descubrieron sorprendidos
varios huesos. Los menores en seguida avisaron al padre de uno ellos, médico de
profesión. El facultativo en un primer momento ya se percató de que entre los
restos óseos hallados había un fémur humano. Por ello, no tardó en dar aviso a
los agentes.
De un primer examen, ya se comprobó que la persona llevaba muerta como mínimo diez años. Pero las pesquisas continuaron al día siguiente. Los agentes habían acordonado la zona y regresaron más tarde provistos de herramientas y útiles para seguir buscando más huesos. Con la ayuda de un cedazo para filtrar la arena, y una excavadora que removía la superficie, los investigadores encontraron nuevos restos.
Con todos los huesos recuperados, los expertos confirmaron que el esqueleto humano estaba incompleto. Faltaba el cráneo, la caja torácica y las extremidades superiores. En realidad, el hallazgo consistía en los restos de una persona de cintura para abajo, es decir, las extremidades inferiores. A pesar de que algunos de los huesos se encontraban muy deteriorados por el paso del tiempo y el efecto del agua del mar, un forense trató de recomponer todos los fragmentos como si se tratara de un puzzle en el que hay que encajar pieza por pieza. Los huesos de la playa de La Romana habían estado en contacto directo con el agua, por lo que habían perdido su consistencia inicial y se hallaban muy húmedos. Por esta razón, los especialistas guardaron los fragmentos en bolsas de papel y esperaron a que se secaran.
Entre los huesos más dañados se encontraba la pelvis. Esta pieza estaba completamente triturada y tuvo que ser reconstruida. Gracias al análisis de la pelvis y de otros huesos largos, como el fémur, los expertos pudieron saber datos tan relevantes como el sexo y la talla de la persona fallecida. Además, en el agujero cavado por los niños también aparecieron otros restos como alguna costilla y un diente.
Tras un minucioso estudio por parte de los especialistas, estos concluyeron que el esqueleto de La Romana pertenecía a una mujer de mediana edad, de unos 45 años de edad, que había tenido una muerte violenta. El cuerpo había sido enterrado boca abajo, a unos80 centímetros de profundidad, hacía ya unos
diez o quince años. Algunos restos óseos estaban muy dañados al haber
permanecido en el subsuelo mezclados entre la arena y el agua salada del mar
durante mucho tiempo. Además, se averiguó que el cadáver fue inhumado en una
época posterior a la regeneración de esta playa de Peguera, ya que los huesos
fueron localizados bajo la arena y sobre unas superficie de rocas.
De un primer examen, ya se comprobó que la persona llevaba muerta como mínimo diez años. Pero las pesquisas continuaron al día siguiente. Los agentes habían acordonado la zona y regresaron más tarde provistos de herramientas y útiles para seguir buscando más huesos. Con la ayuda de un cedazo para filtrar la arena, y una excavadora que removía la superficie, los investigadores encontraron nuevos restos.
Con todos los huesos recuperados, los expertos confirmaron que el esqueleto humano estaba incompleto. Faltaba el cráneo, la caja torácica y las extremidades superiores. En realidad, el hallazgo consistía en los restos de una persona de cintura para abajo, es decir, las extremidades inferiores. A pesar de que algunos de los huesos se encontraban muy deteriorados por el paso del tiempo y el efecto del agua del mar, un forense trató de recomponer todos los fragmentos como si se tratara de un puzzle en el que hay que encajar pieza por pieza. Los huesos de la playa de La Romana habían estado en contacto directo con el agua, por lo que habían perdido su consistencia inicial y se hallaban muy húmedos. Por esta razón, los especialistas guardaron los fragmentos en bolsas de papel y esperaron a que se secaran.
Entre los huesos más dañados se encontraba la pelvis. Esta pieza estaba completamente triturada y tuvo que ser reconstruida. Gracias al análisis de la pelvis y de otros huesos largos, como el fémur, los expertos pudieron saber datos tan relevantes como el sexo y la talla de la persona fallecida. Además, en el agujero cavado por los niños también aparecieron otros restos como alguna costilla y un diente.
Tras un minucioso estudio por parte de los especialistas, estos concluyeron que el esqueleto de La Romana pertenecía a una mujer de mediana edad, de unos 45 años de edad, que había tenido una muerte violenta. El cuerpo había sido enterrado boca abajo, a unos
Los huesos pertenecían a una mujer de mediana edad que había sufrido
una muerte violenta entre los años
ochenta y noventa. Junto a los restos humanos, los investigadores
descubrieron muestras de cal, una evidencia de que no se quería dejar ningún
rastro de lo ocurrido. El caso, que parece sacado de una novela negra, sigue
envuelto en un halo de misterio. Aún no se ha podido resolver, pese a las
ingentes pesquisas llevadas a cabo en los últimos años en la isla.
Todas las averiguaciones han resultado infructuosas. Tampoco las
pruebas de ADN han arrojado luz al caso, ya que no han permitido identificar a
la víctima ni dar con el paradero de sus familiares.
Las pruebas de ADN se refieren a
una familia Alemana, que tenían un familiar desaparecido –como veremos más
adelante existen varios casos de desapariciones no resueltas en la zona-. El
juzgado finalmente archivó el caso. No esclarecido.
Ese mismo año 2007, el día 9 de
octubre se produce otro hecho inquietante. En esta ocasión se trata de una
mujer que desaparece en la isla. Se trata de Jacqueline T. de 45 años de edad.
Trabajaba en un hotel de Can Picafort. Esta
mujer era sargento de la (RAF), las fuerzas aéreas
británicas. Pidió una excedencia y se instaló en Mallorca para trabajar en un hotel de Can Picafort. Era una senderista
veterana y estaba en una excelente forma física.
En su habitación del hotel se
encontró un diario en el que la mujer escribió las excursiones que deseaba
realizar durante su estancia en la Mallorca. Pero no había ninguna
referencia a sus planes para el día de su desaparición. La Guardia Civil
averiguó que llamó por teléfono a un amigo para explicarle que estaba subiendo
una montaña y que las vistas eran magníficas, sin precisar dónde se encontraba.
Los investigadores triangularon esta
llamada para acotar la zona en la que estaba y rastrearon varios puntos sin éxito.
El caso quedó completamente
estancado y no apareció ningún indicio nuevo para impulsar las pesquisas.
En agosto del 2015, un
excursionista da avisó de que ha encontrado unos huesos humanos, entre ellos
una tibia y un cráneo.
Los restos se hallan en un recóndito
paraje de la sierra de la Tramuntana a unos seis kilómetros de Pollensa. El
hallazgo se produjo a primera hora de la tarde, en una zona de muy difícil
acceso, a la que se llegaba desde el camino viejo de Pollença a lluc tras una
hora y media caminando monte a través.
De hecho fue imposible acceder en
helicóptero al lugar. Los equipos de rescate en montaña de la Guardia Civil,
tuvieron que acceder por tierra al citado lugar, para trasladarlos al Instituto
de Medicina Legal. Junto a los restos fueron hallados una mochila y diversa
documentación que pertenecen a la desaparecida. Las pruebas de ADN confirmarían
que se trataba de esta persona. Todo parecía indicar que se trataba de un
accidente en la montaña.
Las últimas noticias sobre este
caso, sitúan a la familia de la mujer en Mallorca, solicitando que se reabra el
caso…”Monique T. hermana de la monitora
británica desaparecida el pasado 8 de octubre de 2007, regresó este martes a
Mallorca para pedir que se reabra el caso: hay muchas cosas por mirar
todavía…” la familia de Jacqueline sostiene que no se apuraron todas las líneas
de investigación en su día. «Nosotros, la familia, barajamos otras
posibilidades además de la del accidente. Había un hombre sospechoso… que creemos que no fue investigado lo
suficiente».
Su desaparición coincidió con la de Margalida B. –tan sólo un día después-
y algunos allegados a Jacqueline
sostienen que los investigadores se centraron más en ese caso y dejaron un poco
de lado el de Jacqueline, que supuestamente era un accidente de montaña.
«Durante veinte años sirvió en las fuerzas armadas y fue entrenada.
Recuerdo todo lo que nos solía enseñar cuando íbamos de excursión. Sobre todo
que nunca hay que salirse del camino. En el día que desapareció estaba en un
territorio que no conocía. Por su carácter no cuadra que se alejara del
camino, sobre todo en una zona tan difícil» afirmaba su hermana.
Es curioso el hecho de que esta
mujer fuese también guía o monitora turística –si bien esta profesión es común
en la isla, por el potencial turístico que posee-.
De todas formas cabe recordar que
dos crímenes sin esclarecer en la isla, tuvieron como víctimas a dos mujeres
extranjeras que desarrollaban la misma profesión. Como pudimos comprobar en el
post anterior:
Concretamente, el caso de
Cornelia A., cuyo caso fue tildado de “crimen ritual” de carácter
sadomasoquista y de gran violencia sexual. Hecho que se produjo en un edificio del
Arenal. Curiosamente la prensa de la época cita que en el mismo edificio dónde vivía la joven, se habían producido además de este crimen, otras
tres muertes en extrañas circunstancias. Dos suicidios y un extraño accidente
en las inmediaciones que acabó con uno de los vecinos despeñado por unos
acantilados.
Y el caso de Crhistina K. torturada
brutalmente y violada. Su cuerpo fue hallado en las inmediaciones de un castillo, cuya reseña histórica, figura en el enlace: https://es.wikipedia.org/wiki/Castillo_de_Bendinat
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ResponderEliminarEn estos asuntos todo son "extrañas coincidencias", es muy intrigante y curioso. Como verás mi línea en este blog es no a apuntar a nadie con el dedo, ni adentrarme en senderos sin retorno. Hacerlo sería una temeridad, un grave error, y posiblemente el final de este humilde blog. Son temas demasiado serios y complicados, como para apuntar en ninguna dirección en base a noticias de prensa, simplemente me limito a trasladar a estas páginas aquellas noticias de sucesos que pueden tener interés con el tema que nos ocupa y a destacar aquellas cosas que pudieran ser "coincidentes". Eso sí siempre guardando la debida cautela en temas tan "delicados". Un saludo.
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