“Llegaron desde
distintos lugares para encontrar el mismo
final, en la misma montaña”
Como si de un pasaje bíblico, o un epitafio grabado en la
roca, se tratase…tributo a intrépidos escaladores o montañeros en algún remoto
lugar de la tierra…
Nadie podía imaginar por aquel entonces ni en los peores
sueños, que en un intervalo de tan sólo tres años, seis jóvenes adolescentes
valencianos, se verían inmersos en una tragedia semejante.
El hecho de que los
investigadores del caso Alcásser, interrogaran a Ricart sobre el triple caso
Macastre, implícitamente venía a reconocer una
muerte violenta o con intervención de terceros, en el misterioso desenlace final
de aquellos tres adolescentes: Rosario, Pilar y Valeriano. Si le interrogaban
es que buscaban un autor-es para aquellos hechos “extraños”. Muerte “violenta”
engloba demasiados preceptos de medicina legal para desgranarlos aquí. Muchos
de ellos son poco “violentos” pero sí poseen connotaciones homicidas.
A día de hoy este extremo sigue siendo puesto en duda
por mucha gente, escépticos ante los pobres resultados ofrecidos por la ciencia
al respecto. Todo ello debido a las defectuosas autopsias –sin medios, sin
apenas luz y realizadas en una obsoleta morgue del cementerio de un pequeño pueblo-.
Autopsias que no arrojaron absolutamente nada de luz sobre este caso, más bien
lo contrario, lo cubrieron de sombras. Demasiadas sombras. Pero también influyó
la no presencia aparente de esa “violencia” explícita, a la que nos referíamos
antes, y que hemos podido observar en otros casos.
Teorías dispares: Asfixia no
mecánicas, parada cardio-respiratoria, inhalaciones accidentales, tóxicos
inespecíficos (benzol, beleño…)
Tóxicos –beleño- que curiosamente se correlacionan con
hierbas o plantas denominadas “visionarias”. Plantas utilizadas por
“chamanes” o sacerdotes en ambientes “ocultistas” o “sectarios” para servir de
guía hacia otras dimensiones o abrir “puertas” desconocidas para la mayoría los
mortales.
La Flor de la Muerte, Adormidera de Zorra o Hierba Loca. Esta hierba que se encuentra dentro de una
familia de plantas, las solanáceas, que han
sido asociadas desde muy antiguo con la brujería y la magia
El cuadro clínico puede desembocar
incluso en un coma y paro respiratorio.
En el caso de Rosario, también se
localiza una extraña sustancia líquida blanquecina en el recto, sustancia
“indeterminada”. Todo es un auténtico laberinto de misterios sin resolver.
Si algo parecía claro, así lo
habían dictaminado los forenses, era la
asfixia no mecánica como la causa de la muerte de la joven Rosario. Hallada
sobre una cama en la caseta de Macastre. Un caso muy similar -por la causa del óbito- al extrañísimo asunto de la joven de Algemesí cuyo
cadáver es descubierto en los campos de naranjas de Picassent, con una “naranja
en la boca”. Caso en el que también se habló de la presencia de tóxicos
inespecíficos. Las mismas causas también presentes en el caso “ritual” de Alfaz
del Pi, que llevan al hospital a una mujer joven –muerte por asfixia-parada
cardiorrespiratoria-, dónde termina falleciendo.
Si el caso Macastre hubiera
sucedido en otro punto de España, podríamos pensar incluso en la posibilidad de
algo “accidental”, de un hecho “aislado”. Pero no fue así, sucedió a tan
sólo 19 kilómetros del lugar dónde fueron enterradas
las tres niñas de Alcásser, es decir casi en el “epicentro” -como veremos en sucesivas entradas- de una
zona con muchos casos criminales “extraños” y plagados de misterios. Una zona
“acotada” dónde aparecen asesinadas o muertas en extrañas circunstancias
mujeres jóvenes o adolescentes.
Un “grupo” asesinando a
“grupos” de adolescentes.
Esa sensación, o intuición de que
existió al menos “un grupo indeterminado de personas asesinando a diferentes grupos
de adolescentes” en la C.Valenciana me
persigue desde el primer momento que empecé a revisar estos casos, hace ya
muchos años. Después de haber leído mucho, haber cribado las hemerotecas
durante tres años, haber indagado en mil hipótesis plausibles, y sobre todo,
después de haber “reflexionado” mucho sobre todos estos aspectos, a día de hoy,
tengo que confesarles, me sigue sobrevolando esa misma idea.
¿Porqué un grupo de personas asesinando? : porque todo nos
parece hablar de la presencia de “varias personas” en los distintos escenarios
criminales:
-en el caso Alcásser está
demostrada esa participación masiva por el hallazgo de restos biológicos
–vellos púbicos- en los cuerpos de las víctimas, la implicación de “al menos” siete personas
distintas. Distintas a los acusados. Personas que nunca fueron detenidas.
En el caso Macastre parecen
existir pisadas de cuatro personas “distintas” a los menores alrededor de la
caseta de aperos dónde se encuentra el cuerpo sin vida de Rosario. Nunca fueron
puestos a disposición judicial.
Pero hay más, si revisamos el
resto de casos dispersos por la geografía de la C. Valenciana –muchos de ellos
todavía sin resolver- , observaremos como se reproduce un mismo “modus operandi”, o al menos uno muy similar, que implica la “presencia de varias personas
actuando al unísono para llevar a cabo esas acciones criminales”. La propia
prensa lo recoge en innumerables ocasiones. Lo cita y traslada a los lectores,
porque los investigadores “teorizan” en esos primeros momentos, sobre esa posibilidad. Al realizar la inspección ocular en el lugar
del hallazgo, o al ofrecer por aquel entonces los primeros datos de la
investigación a los reporteros. Cuándo los periodistas todavía obtenían
información directa y fresca de los investigadores, sin pasar la criba de los
actuales portavoces o enlaces de prensa que sólo ofrecen datos superficiales e
insustanciales para no entorpecer la resolución de los casos o guardar el
preceptivo cerrojazo informativo decretado por el “secreto” sumarial.
Varias personas que trasladaban los cuerpos desde algún lugar
indeterminado hasta el escenario final. Lugares de depósito de cuerpos, sitos siempre en el medio rural:
casetas, acequias, pozos, montañas, campos de naranjos; dónde finalmente eran hallados por gente relacionada con
labores propias de ese mismo medio.
Los cuerpos eran descubiertos, lo
que viene a indicar que los criminales no hacían demasiados esfuerzos en
ocultarlos. Parece entonces preferible para ellos que los cuerpos fueran
descubiertos, a mantener a un grupo importante de víctimas con el status de
“desaparecidas.”. Y este dato es realmente inquietante. ¿Porqué aparecían entonces
los cuerpos?, pudiendo haberlos hecho desaparecer para siempre. Tenían el
“control” de la situación o jugaban con los investigadores.
Varias personas parecen ser también las que
interceptaran mediante engaño/ ataque sorpresivo a las víctimas –es precisamente esa necesidad abultada de
víctimas al unísono y de tres en tres, lo que no hace sino incrementar esa
sensación de la existencia de un grupo de no pocas personas demandantes de esas
víctimas para unos fines macabros-. Grupo o personas que vendríamos a
situar en la incógnita de esta complejísima ecuación: La de los asesinos o
partícipes.
La peculiaridad está en “las tríadas de menores”, para qué, y con
qué objeto. Podrían secuestrar a las víctimas de una en una, pero optan por un
secuestro grupal con mayores implicaciones y complicaciones.
¿O es todo fruto de una simple
casualidad? Si el caso Macastre podía ser una extraña “carambola” criminal, el
Caso Alcásser ocurrido tres años después, no hace sino apuntalar esta teoría. La de la “no casualidad”.
Igualmente nos abre los ojos ante la necesidad
de una mayor logística
–personas/medios- para desarrollar toda la fase criminal
–asalto-control-tortura-ejecución, es decir secuestrarlas, retenerlas,
custodiarlas, doblegarlas y acabar con sus vidas. Menores –a veces muy
desarrollados para su edad-, vitales y
con fuerza, como hemos visto en otros casos ocurridos en la C Valenciana.
Aunque todo esto les suene a
“impresión subjetiva” o hipótesis de trabajo descabellada, lo cierto es que existen una buena cantidad de
datos “objetivos” que nos hablan de la existencia de un grupo de personas,
actuando sobre el terreno.
Como siempre hemos mantenido
desde este blog, el hecho de que un grupo de estas características no haya sido
“neutralizado” no implica su “no existencia”, simplemente revela que no han
podido ser interceptados.
**Un grupo muy activo, con una
“base”.
Como ya he apuntado en más de una
ocasión, todos estos datos también nos hablan de la existencia de algún escenario situado entre los lugares
dónde desaparecen las víctimas y el lugar dónde son halladas. Es decir un lugar “intermedio”.
Un lugar, una “base”, una
vivienda dónde son perpetrados los crímenes. Un escenario del crimen “de
interior” con unas características probables: resguardado, apartado,
fácil de controlar y vigilar. Prácticamente indetectable –este tipo de hechos
tan truculentos torturas, mutilaciones, etc-
parecen requerir de tiempo y logística suficiente para perpetrarlos y de
pocos sobresaltos o visitas inoportunas. Donde el trajín de gente no levante
sospechas de estar amparando algún tipo de actividad
ilegal.
Un lugar probablemente no muy distante
a los sitios dónde son finalmente depositados los cadáveres –lo cual facilitaría el transporte de los cuerpos por
carreteras secundarias o pistas rurales para evitar correr riesgos innecesarios
hasta el escenario final-, pero tampoco
demasiado cercano para no ser “asociados” o indagados al llevarse a cabo esos
hallazgos.
Esa teoría o posibilidad “hipotética” pero con muchas probabilidades, de
la que ya nos habló Canter, la aplicaremos y publicaremos en alguna de las
próximas entradas del blog. Los “mapas mentales” de los criminales, de los que
también hablamos. Criminales que se
mueven por lugares “conocidos” o familiares para ellos. Mapas que trazan y por dónde se dejan guiar llevados
por su subconsciente. Lugares muy reconocibles por quienes los transitan con cierta frecuencia. Por conocimiento anterior, por
usos rurales, etc, que les llevan a mantener
una sensación de aparente “seguridad”
y les permiten una capacidad de maniobra o reacción ante cualquier imprevisto
que pudiera sobrevenirles.
Es de sentido común. Podríamos
decir de lógica aplastante que ningún criminal por escaso que sea su
coeficiente intelectual, o por alterado que esté, comete la temeridad de
pasearse con un cadáver en el maletero, o en el interior de una furgoneta
durante cientos de kilómetros buscando un lugar desconocido e inhóspito, para
deshacerse de uno o más cuerpos, exponiéndose a ser interceptado en un control
policial aleatorio, cometer alguna infracción de tráfico, sufrir un accidente –reventar
una rueda, quedar atrapado en una pista en malas condiciones…-, ser observado
por algún testigo inoportuno, o cualquier otro avatar. Necesitan por lo tanto
tener muy bien predeterminado el lugar dónde llevar a cabo dichas acciones. Y
más tratándose de acciones de “este calado”.
De ahí esa sensación constante de
“cercanía” y de un amplio o
exhaustivo “conocimiento” del “medio”
en el que se desenvuelven los crímenes. Nos lo repite incansablemente la prensa.
Y estas son pequeñas pistas, que no
debemos de desechar.
Lo veremos en algunos asuntos
concretos, orografía muy complicada,
lugares inaccesibles, poco o nada transitados, que hay que “conocer” sí o sí de
antemano, al igual que las pocas rutas o caminos que conducen allí, así como las distintas vías de escape.
Nada parece entonces, quedar “al
azar”, porque el azar es un factor que no parece tener cabida en los planes de
alguien que lleva a cabo una tarea criminal de tanta envergadura. Ese azar, implica
demasiados riesgos que no pueden permitirse el lujo de correr. Habrían sido cazados. Tarde o temprano habrían
sido capturados. Y los hechos nos demuestran que no ha sido así.
Puedo estar equivocado en mis
planteamientos. Puede que nada esté “conectado” entre sí. Puede que se traten
de casos aparentemente “distintos”, o aislados. Pero también creo que si hubiera
tantos asesinos actuando de forma “independiente”, más de uno de estos casos habría
sido convenientemente resuelto. Si muchos de estos casos permanecen sin
resolver quizás también se deban a que obedezcan a un mismo patrón criminal, o a
una misma autoría.
No es muy factible que existan tantos
criminales en la C. Valenciana que hayan actuado por su cuenta y riesgo sobre
un mismo perfil victimológico -grupo de víctimas- o víctimas de unas
determinadas características –adolescentes/mujeres jóvenes-
.
Como tampoco parece nada lógico
que pueden existir dos grupos distintos de criminales dejando cuerpos en una
misma cadena montañosa, y actuando sobre un número idéntico de víctimas –tres-
, con un mismo rango de edad, y todo ello en un reducido margen de apenas una
veintena de kilómetros de distancia. Altamente
improbable.
Los investigadores tenían claro
que en Macastre había pasado algo “anómalo”, por eso intentaban esclarecerlo, intentaban
atar cabos que conectasen de alguna manera los dos triples homicidios. Tenían al principal sospechoso del caso
Alcásser, luego culpable una vez fue condenado por sentencia. Y le
interrogaron. Le interrogaron sobre Macastre. Porque el caso Macastre fue algo
“extraño”, y también demasiado complicado de esclarecer para los
investigadores. Como señalan los periodistas, las cosas o no se hicieron bien
desde un primer momento, o el asunto tenía más “enjundia” de lo que aparentaba.
No parece luego algo “accidental”, sino con intervención de terceros. Ese
interrogatorio a Ricart, venía –indirectamente- a decirnos todas esas cosas.
Y de paso, nos ponía sobre la
pista de “otros” asesinos y partícipes, que como sucedió en el caso Alcásser,
nunca fueron detenidos.
De hecho los crímenes siguieron sucediéndose por estos parajes
concretos, una vez que el culpable
estaba entre rejas. Lo veremos. ¿Los asesinos seguían actuando?. Y entre esos
asesinos no estaba Miguel Ricart.
Quizás alguna de las claves esté
precisamente en lo curioso de algunos de los pocos datos que disponemos:
Si reflexionamos sobre estos
aspectos, observaremos datos muy curiosos sobre la victimología:
Esos dos grupos de tres víctimas cada uno, provenían de puntos de origen
muy distintos: –barrios de tipología urbana
sitos al noroeste de una gran ciudad como Valencia capital vs un pequeño pueblo
eminentemente rural, sito al sur de la ciudad: Alcásser-. Sin embargo: todos desgraciadamente acaban confluyendo en
la misma montaña de forma trágica. Paradójicamente proviniendo de ambientes y
lugares distintos, esa misma montaña será su última morada. A muy pocos kilómetros un grupo del otro.
La estrella indica la ubicación de la fosa de La Romana-Tous, dónde fueron halladas las tres niñas de Alcásser.
Si las víctimas no guardan ninguna relación aparente
entre sí. Si provienen de ambientes completamente diferentes –desestructurados
vs clase media- , deberíamos preguntarnos entonces dónde puede estar la clave. ¿Podrían
ser sus asesinos la verdadera llave, para
establecer ese “vínculo”?.
Si le damos la vuelta a ese aspecto victimológico,
no sería descabellado decir que podrían
ser ellos –los agresores- los que “escogen” ese perfil de víctima concreto,
que viene a ser un elemento clave también de esa “firma”; elemento fundamental del perfil criminológico, tan
importante a la hora de vislumbrar la
parte psicológica del asesino-s que cometen una cadena de crímenes “relacionados”.
La firma hace referencia también a la acción, que el criminal-es no pueden
enmascarar con actos de precaución. Además esta, no suele variar, sino más bien
permanece inalterable e inmóvil durante su trayectoria criminal. Es un elemento
diferenciador, y que dirige muy bien los pasos hacia los verdaderos autores de
los hechos criminales.
Un montón de preguntas por
contestar:
¿Porqué acaban sus días en aquella montaña?.
¿Qué ocurría allí? ¿Qué secretos callan aquellos montes?. ¿Qué historias
guardan desde hace años?.
Intentaremos ver con “otros ojos”
algunos de los aspectos que conforman este misterioso puzzle criminal. Para
ello es necesario intentar volver sobre sus pasos perdidos. Y meter la “lupa”
de lleno, en esos parajes.