"El
caso Alcásser" que ha sido revisado recientemente por la productora Bambú, en un
documental de cinco episodios, para la cadena Netflix, reconstruye con un gran
trabajo de documentación y realización, los hechos acontecidos en este
truculento triple homicidio, a partir del relato oficial de los hechos –sumario
1/93-.
La
primera y positiva consecuencia es que el documental será emitido a nivel
mundial, con lo cual la difusión del caso será masiva.
Ojalá
que reputados perfiladores internacionales, analistas, forenses y psicólogos
criminales pongan por fin, sus ojos en este triple crimen. Sería muy
interesante conocer sus conclusiones.
The
Chilling True Story Behind Netflix’s ‘The Alcàsser Murders’ (Cosmopolitan)
En
este trágico crimen grupal, como todos sabemos existen dos posturas
enfrentadas. Por un lado la versión oficiosa de los hechos, y por otro la
denominada “teoría de la conspiración”, que defiende el padre de una de las
niñas, y un conocido periodista criminólogo que investigó el caso.
Se
echa en falta en el citado documental, la falta de profundización en algunas de
las muchas incógnitas sin resolver que se observan en el crimen. Por el
contrario sí se hace un especial hincapié en desmontar la citada teoría
conspirativa, desacreditando la labor de los citados, mediante otros asuntos
que parecen discurrir “paralelos” a la citada investigación.
La
teoría conspirativa, abarcaría personalidades importantes, que al parecer fueron
filmados desfilando delante de los cuerpos de las niñas en un supuesto pacto de
estado o chantaje de altos vuelos. Una cinta de vídeo, que según se desprende
del documental, pudo llegar al padre de
la niña a través de una persona “arrepentida” y con el párroco de Alcásser como
intermediario entre ambas partes.
La
existencia de esta cinta, podría dar un vuelco al triple crimen. Así se
desprende de las palabras del afamado periodista criminólogo. Pero de momento
esta prueba definitiva no ha sido revelada. Tampoco entregada ninguna copia en un
juzgado para su investigación, si bien según estos fue entregada al MM de Interior en su día. En el documental no se verifica la
existencia de dicha cinta, ya que el investigador contratado por la familia de la
niña, parece que finalmente no accedió a
mostrársela a los productores de la serie documental.
En
el blog, hemos podido comprobar como las tesis de D. Fernando García no son tan descabelladas como nos quieren hacer creer. Nos referimos a las primeras hipótesis que manejaban en su investigación. Las que hablaban de una red organizada que secuestraba
menores actuando en la comunidad valenciana, para realizar todo tipo de
tropelías sádico-sexuales, que incluían asesinatos y filmaciones. La podríamos
denominar “la teoría alternativa”.
En
nuestra humilde opinión, de existir, se trataría de una red endémica de esta
comunidad autónoma.
¿Existen
datos objetivos que sostengan esta teoría alternativa?
Lo
primero que debemos preguntarnos al analizar este triple crimen, es si
“Alcásser” se trata de un caso aislado, o forma parte de una cadena serial de
crímenes existentes en la zona durante los años ochenta y noventa.
Esta
misma pregunta sin respuesta, es la que nos motivó a crear este Blog, hace ya
cuatro años.
Durante la revisión de los distintos casos criminales ocurridos en esta comarca –algo que el documental de "Bambú" omitió o sólo trató durante escasos segundos- hemos podido comprobar la existencia de algunos datos muy llamativos.
Existen
una serie de crímenes encadenados en la misma zona o comarca que siguen sin
esclarecer, o con sospechosos
detenidos, de los que no existe constancia en las hemerotecas, que hayan sido condenados. Con lo
cual se supone que esos casos siguen con autor-es desconocidos y archivados. En
otras ocasiones no se llegó a avanzar en la investigación, y no se consiguió
imputar a nadie.
La
existencia de “al menos”* dos casos grupales con víctimas del mismo
espectro de edad -14 a
15 años- dónde se ven inmersas triadas de víctimas adolescentes, es otro
dato a tener muy en cuenta. La proximidad de ambos sucesos (Macastre y
Alcásser) espacio-tiempo. La existencia de escenarios “finales” muy
similares: lugares inhóspitos en zonas montañosas con casetas de aperos o
de usos agrícolas dispersas en el medio rural. Dos escenas que se nos
muestran con indicios de haber sido “amañadas” o preparadas: colocación
de vestigios, colocación cuerpos, etc.
*Existe en esta comarca sur, en la zona de
Alcudia de Carlet, el que denominamos “Caso Montortal” la misteriosa muerte de
tres adolescentes supuestamente arrollados por un tren de vía estrecha, en un
tramo recto sin desniveles pronunciados. Y lo más llamativo, sin apercibimiento por parte del maquinista de la presencia
de los menores en la vía o sus inmediaciones ni tampoco de su arrollamiento o impacto contra la locomotora. La propia FEVE emitió
en su momento un comunicado mostrando su extrañeza por este suceso. En
un principio, según las primeras noticias, se barajaron “otro" tipo de posibilidades totalmente distintas. Un caso con muchos
enigmas.
Estos
dos casos son el paradigma de la criminalidad “atípica” que asoló Valencia
durante aquellos años negros, pero existen “otros” asuntos ocurridos en esta
comarca que son especialmente truculentos y tenebrosos.
Como
todos saben, este blog indaga no sólo en los casos más mediáticos o conocidos.
Rebusca en otros asuntos criminales de la comarca para encontrar indicios o
rastros de algún tipo de actividad organizada o que presenten rasgos
coincidentes con los dos crímenes señalados. Y existen algunos datos
preocupantes y que llaman poderosamente la atención al estudiarlos.
Todos
estos indicadores son auténticas “banderas rojas”, a tener en cuenta. Suficientes
para barajar la posible presencia de algún tipo de actividad serial en
la zona.
No
sólo nosotros mantenemos esta hipótesis. Los propios investigadores citan en la
prensa, esta posibilidad.
De
hecho se cita explícitamente la posibilidad de la existencia de un germinal “asesino
serial sádico” actuando en la provincia de Valencia a finales de los
setenta-ochenta. En aquella ocasión las víctimas eran niñas de corta edad
–entre cuatro y ocho años-, el perfil victimológico propio de pederastas sádicos (Caso Benaguasil y Caso
Carlier).
Se
habló también por parte de los investigadores de la existencia de “zonas
sensibles”, dónde aparecían cadáveres o restos sin explicación aparente –en
referencia a Macastre- Algo que hemos podido ratificar y cotejar en nuestra
particular radiografía de la criminalidad valenciana –mapas zonales de
desaparecidos y hallazgos de cuerpos-, que ya publicamos en un post hace algún
tiempo.
El
propio Miguel Ricart es interrogado sibilinamente sobre Macastre debido a las
características del crimen, y a su cercanía de la caseta de Alborache.
“…Que
a Macastre no fui, estoy alucinando.
Que
fuimos al cuartel, y ya era de noche, no tanto, lo que si que quería comentarle
antes es que dijeron que volverían a ir, allí de noche, a Alborache, yo le
estoy hablando de Alborache, yo no he estado jamás en Macastre
...
Que me ha dicho usted algo de una caseta en Macastre.
..Que
los cuerpos de seguridad del estado, de otro asesinato en Macastre no me
acuerdo que me hablaran, es que cuando me ha dicho usted si he estado alguna
vez en Macastre…”
(Acta
declaración Miguel Ricart)
De hecho la sospecha de la Guardia Civil llegó a
que se compararan pruebas encontradas en otros casos dispersos por la zona, con
las muestras halladas en el Caso Alcásser.
Por
ejemplo, las cuerdas de polipropileno negras –mismo color y composición-
con que maniataron a Cristina Ll. P. cuyo cadáver apareció en Bétera sólo
tres días después de finalizar las fiestas de Alcásser, las mismas dónde intentaron
agredir o secuestrar a Mirian en el portal de su casa en el año 1992. ¿Desencadenante o antecedente? Sea lo que sea, se trata de un suceso de alto
interés criminológico, pues sucede previo y cercano a la desaparición
definitiva de la niña y sus dos amigas.
Cuerda
común de polipropileno negra similar a las halladas (Google).
La
actividad criminal en la zona “no cesa” con la detención
de
Miguel Ricart y la desaparición “permanente” de Antonio Anglés.
A
nuestro entender, parecen existir claros indicadores de que la actividad era
“endémica” de esta zona o al menos contaban con mano de obra “comarcal”. Y
esta afirmación la sustentamos en varios aspectos.
Hay
factores que son determinantes.
En
los distintos crímenes observamos un denominador común: el excelente
conocimiento del terreno. También unos escenarios finales eminentemente
rurales, asociados a los usos y costumbres propios de la comarca: la "horta sud".
Hablamos
de lugares de hallazgos de los cuerpos tales como: acequias, azudes, casetas de aperos o usos
agrarios, cotos de caza, campos de naranjos, pozos y molinos abandonados.
Abandonados en muchos casos, pero que su uso por parte de los criminales, denota e implica un conocimiento “exacto” y “profundo” de esta geografía. No lo decimos nosotros, los propios investigadores de la Guardia Civil lo reconocen en las noticias de prensa de la época.
El
factor diferenciador de esta zona, el factor “tradición”. La sociología
del rural valenciano.
Hay
una conexión que sobrevuela estos asuntos, y que de alguna manera nos pone en
el contexto de esa valencia rural y tradicional. El microcosmos sociológico de
los pueblos valencianos.
Las
fallas: La “Mirian” más fallera, fiel
devota de esta tradición. Importante también a nivel criminológico: la misma
tarde noche en que desaparece junto a sus dos amigas, tenía una cita para
probarse un traje de fallera. Aficiones-día de la desaparición. Datos a tener siempre
en cuenta.
Otra
de las víctimas del triple crimen, Desireé, como pudimos comprobar en el
documental, residía justo al lado de un casal fallero.
Las
niñas desaparecen según el testimonio de Dolores Badal, exactamente al lado de
otro “casal” sito en la localidad de Picassent, dónde son recogidas por un
vehículo blanco de cuatro puertas en cuyo interior van cuatro individuos. Un
coche que no se corresponde con el opel corsa blanco de dos puertas, al
parecer utilizado el día de “autos”.
En
la “red yanki” de abuso y producción gráfica con menores, descubrimos extrañas conexiones con el pueblo
de las niñas –dos captadores- e incluso un representante del canto tradicional
valenciano –fallas y fiestas- ya fallecido, residente en un pueblo muy cercano,
implicado “de lleno” en esta macabra
red.
También
conocimos el caso de un hombre del pueblo de las tres niñas relacionado con las
empresas de pirotecnias, encontrado muerto en una fosa semidesnudo en el
vecino pueblo de Silla. Hallado también “en extrañas circunstancias” según nos describe
la prensa.
Además
supimos de la existencia de una víctima fallecida de forma violenta, y
encontrada cerca de Tous, que presenta un vínculo familiar con las bandas de
música. Tradición fuertemente arraigada en los pueblos de esta comarca.
Por
otra parte tenemos el factor “religioso y pseudoreligioso” –esoterismo,
movimientos sectarios. La zona sur de valencia y el norte de Alicante presentan
la mayor densidad de logias y sectas –muchas de ellas especialmente oscuras-. La
religión también es un elemento vertebrador de esta sociedad rural, fiel devota
de la tradición cristina, si bien convergen otras religiones y credos
fuertemente implantados en la zona.
Algo
parece “flotar” en el ambiente criminológico de la zona, en relación a todos
estos aspectos. Una amalgama de aspectos “tradicionales” que no se sabe porqué
están ahí presentes cuando revisas estos casos.
O
pudieran ser simples “coincidencias casuales” propias del espacio y el tiempo
en el que se desarrollan los hechos criminales.
Lo
cierto es que la primera pista ya la tenemos en lo atípico que resultan los
hechos ocurridos con las tres niñas de Alcásser. El propio triple crimen
nos indica, por sí mismo que nos encontramos ante una criminalidad completamente “anómala”.
"…Tres niñas
desaparecidas y asesinadas es algo que no ocurre habitualmente ni en España ni
en casi ningún país occidental…”.
Ni
habitualmente ni en décadas…pero allí sin embargo, sucedió en dos ocasiones y
con sólo cuatro años de diferencia. ¿Es esto “normal”?. No. Esto es absolutamente “anormal”. Y la
posibilidad de que se trate de sucesos inconexos, es además muy improbable.
Este
inquietante y anómalo contexto criminal, debería bastar para abrirnos los ojos
de par en par a “otras” posibilidades fuera del relato oficioso de los hechos.
Pero la crónica de sucesos además se empeña en mostrarnos un rosario de casos
complejos y enrevesados sin resolver, que no hacen más que apuntalar la que
hemos denominado “teoría alternativa”
Tres
víctimas que a todas luces, suponen un
altísimo riesgo para cualquier tipo de dinámica criminal –algo que es
fácilmente comprobable al observar lo sucedido en el suceso del portal con
Mirian- (¿porqué secuestrar entonces a
tres víctimas pudiendo secuestrar a una?). Parece hablarnos entonces, de la
posible existencia de una demanda de víctimas de forma “grupal” para satisfacer
a una comunidad de agresores. Pandilla, manada, grupo. Algo que es común
a “otros” casos. De hecho se cita en numerosos artículos de prensa relativos a otros
hallazgos de cadáveres en la comarca –la posible existencia de más de un
agresor- y es algo que parece ratificado por la presencia de múltiples golpes,
agresiones sádico-sexuales de amplio espectro, mutilaciones y todo tipo de
tropelías propias de prácticas sadomasoquistas extremas y de las orgías más
macabras descritas por D. Fernando García en alguna entrevista.
Múltiples
agresiones y lesiones. Torturas, tiempo,
agresores, refugio. Secuencia que indefectiblemente nos habla de la necesidad de
disponer de una logística adecuada a este tipo de agresiones continuadas
y prolongadas en el tiempo. Cautiverio-torturas sexuales-ejecución. Auténticos profesionales de la "tortura" según el reputado Catedrático que realizó las segundas autopsias. Lo que nos viene a confirmar que lo que hicieron con las tres niñas, no lo hace "cualquiera".
Tenemos por lo tanto dos confirmaciones: comunidad de agresores -ratificado con los hallazgos de ADN- y una pericia o experiencia en la realización de las torturas y lesiones. Algo así como decir, que las tres niñas no habrían sido las primeras víctimas-de esta "comunidad de agresores" -lo que ratifica la idea de actividad "serial" en la zona- y que parece corroborarse con el hallazgo de los "huesos de más" no pertenecientes a las crías, encontrados en la fosa de la Romana. Un cementerio de víctimas o una fosa reutilizada.
Tenemos por lo tanto dos confirmaciones: comunidad de agresores -ratificado con los hallazgos de ADN- y una pericia o experiencia en la realización de las torturas y lesiones. Algo así como decir, que las tres niñas no habrían sido las primeras víctimas-de esta "comunidad de agresores" -lo que ratifica la idea de actividad "serial" en la zona- y que parece corroborarse con el hallazgo de los "huesos de más" no pertenecientes a las crías, encontrados en la fosa de la Romana. Un cementerio de víctimas o una fosa reutilizada.
Los
cuerpos son en la mayoría de los casos revisados “trasladados” o
“desplazados” desde algún lugar intermedio. Es decir desde algún lugar que no
se corresponde con el lugar de desaparición de la víctima-s, ni con el
lugar del hallazgo. Nuevamente esta maniobra criminal, nos pone sobre aviso, de
la más que posible existencia de un “lugar seguro”, un lugar de anclaje
dónde retienen y agreden a las víctimas. Un lugar desde el que realizan la actividad
criminal pero en el que no cazan ni entierran. Una ubicación no detectada. Si
algo deja claro la investigación del Caso Alcásser es que seguimos
desconociendo el escenario real del triple crimen. El escenario real del
abuso, tortura y ejecución de las tres niñas.
Este
lugar común, de existir, tiene que estar posiblemente no muy lejos de
las zonas citadas. En algún punto intermedio. Los desplazamientos –tanto con
las víctimas vivas secuestradas, como de los cadáveres- implican un altísimo
riesgo para la dinámica criminal. Este aspecto criminológico viene a reforzar la idea del "endemismo" de la posible red, grupo o comunidad de agresores que actuaban en esta zona. O al menos "asentados" en aquella época en esta comarca de la provincia de Valencia.
Lógica.
Sentido común. Mapas mentales.
La
geografía de los homicidios en Valencia “sur”.
De
hecho pudimos comprobar de forma imparcial y objetiva –introduciendo los
diferentes sucesos sin clarificar ocurridos en la comarca durante décadas- la
existencia de zonas bien delimitadas dónde se llevan a cabo distintas
actividades criminales:
-zonas
dónde desaparecen las víctimas (zonas de “caza”)
-zonas
de abandono de cadáveres (lugares
“cementerio”)
Observando a su vez, extrañas migraciones desde
los lugares de origen de las víctimas, pueblos o barrios del extrarradio de la
capital valenciana (tres de macastre: -Benicalap, Burjassot, Benimamet- Caso Leidy V. –zona barrios valencia + seis
víctimas originarias de Alcásser) que son desplazadas o trasladadas en dirección
al “sur” de la provincia, dónde
finalmente son hallados sus cuerpos.
El móvil sexual
El sexo parece mover la mayoría de estos sucesos que
se dan en la zona, pero es una sexualidad enfermiza, con una tendencia
homicida.
Estamos hablando de verdaderas anomalías
criminológicas, claramente diferenciadoras, que nos hablan de que podría haber
“algo distinto” en estos asuntos, pues
la mayoría de las agresiones de tipo sexual, no acaban en homicidio. Pero en numerosos casos de esta comarca, curiosamente sí acaban de forma fatal para la
víctima.
Se
observan dos tipos de víctimas:
a)Víctimas de alto “riesgo” dónde se entremezclan
jóvenes con un perfil que nos habla de prostitución o drogas.
b) jóvenes y menores completamente normales con una vida
neutra, sin aparentes conflictos. Con “un riesgo victimológico” muy bajo.
Quizás sea este último grupo de víctimas otro de
los hechos “diferenciadores” de estos casos. La necesidad o querencia de menores
“normales”, amateurs, puede obedecer a una demanda por parte de un grupo de
depravados a los que ya no les satisfacía agredir, torturar y asesinar a
víctimas del primer grupo -prostitutas-. Como en cualquier adicción o vicio,
podría existir una especie de “tolerancia adquirida” a todo tipo de parafilias y desviaciones sexuales
que implicaría que los agresores buscaran sensaciones más fuertes, extremas,
entre víctimas del segundo grupo –menores comunes sin conexiones con el mundo
de las drogas o la prostitución-.
Nos podríamos plantear infinidad de preguntas
siguiendo esta línea:
¿Porqué las víctimas eran niñas “normales”, sencillas
y no sofisticadas, provocativas o exhuberantes
gogos de cualquier discoteca de la ruta?
Es otra de las “claves” perdidas de este caso, y que
también nos pone sobre la pista de una posible proximidad entre víctimas y
verdugos. Conocimiento previo.
Salvo que se hubiese producido un suceso aleatorio y
macabro, dónde las niñas son escogidas “al azar”.
"…Eran niñas
como el resto, pertenecían a familias estructuradas, de clase media, de un
pueblo tranquilo. Podían ser nuestras vecinas, hijas, primas... de un
entorno que todo el mundo reconocía. Por eso empatizamos tanto con todo
aquello… reconoce Mariola Cubels, que entonces cubrió el caso primero para un
periódico y luego en televisión…”
Este fue sin duda “el punto de inflexión”. Haber
asesinado a tres niñas “normales”. Y toparse con alguien tan inesperado, e
imprevisible como Fernando García, dispuesto a remover todas las piedras que
hicieran falta y a jugársela para llegar hasta el fondo del asunto.
En
el siguiente post estudiaremos los “hechos diferenciadores” presentes en algunos
de estos casos de la zona. Analizaremos algunos de estos elementos extraños y
anómalos presentes en la dinámica criminal de algunos casos de la comarca.
Como
siempre insistimos, quizás en estas anomalías, se encuentren los mejores
rastros de esta actividad criminal “distinta” y “peculiar”. La parte
psicológica, el comportamiento criminal, el ritual. Son los únicos rastros que
sobreviven al inexorable paso de los años.
«Eso no se olvida jamás, ni se pasa. Eso me lo llevo a la tumba. Ojalá Dios quiera que nunca te toque pasar por una cosa así»
«Eso no se olvida jamás, ni se pasa. Eso me lo llevo a la tumba. Ojalá Dios quiera que nunca te toque pasar por una cosa así»
Aunque
por muchos años que pasen, es imposible borrar el dolor que supone perder a un
hijo de una manera tan atroz y cruel. Puede que el paso del tiempo lo atenúe, lo duerma
o lo anestesie. Pero el dolor sigue ahí,
por siempre. Clavado en las mismísimas entrañas como aquella maldita cruz.
«Mi esperanza es que algún día se sepa toda la verdad»
(Fernando García padre de
Mirian)